domingo, 25 de abril de 2010

Para quien no me conozca....

Si les parece, les cuento mi experiencia, y ustedes valoren; para poder formarse una opinión sobre el criterio de alguien, conviene conocer su recorrido; en mi caso empecé en esto de la bici urbana, en 1989, a raíz de una huelga de transportes. Para ir a estudiar tenía que cruzar Barcelona, y sin transporte público durante una semana, fue la excusa ideal para coger la bici los días de cada dia (por aquella época yo era cicloturista federado y cada fin de semana hacía tiradas de 80 -90 - 100 Km; lo cuento para situar mi punto de partida).

Mi primer contacto con el ciclismo urbano fue un poco brusco, imagínese, un ciclista de domingo, acostumbrado a "pegar caña" por las carreteras de la província de Tarragona, metido en la ciudad con una bicicleta de carretera. Iba a toda pastilla; me paraba en los semáforos pero arrancaba un poco antes para poder meter el pie en el "calapié" y coger velocidad. Recorría la diagonal hasta la zona universitaria, y aquello era demasiado arriesgado; echaba en falta un "carril bici", porque las aceras de los bulevares no estaban adaptadas, y el carril bus tenía adoquinado el tercio de la derecha, con lo que era muy molesto, hasta que encontré un camino alternativo por Gràcia.

En esta época había los movimientos de amics de la bici, con los que no compartía la filosofía (yo me consideraba un ciclista deportivo, y no me sentía identificado con las maneras de ese colectivo, aunque coincidíamos en el interés por la bicicleta).

Sea como fuere, el caso es que el número de ciclistas por Barcelona era bajo; con el tiempo me compré una mountain bike, que resultaba más comoda para moverse por la ciudad, y fui aprendiendo a ser menos agresivo en mi circulación por la ciudad. Seguia echando en falta un carril bici. Fui alternando bici con transporte público, hasta que en 1997, un trabajo por cuenta ajena me obligó a utilizar el coche a diario, dado que tenía que ir a ver muchas instalaciones, y tenía que her desplazamientos dentro y fuera de Barcelona; el coche lo guardaba en el parking del trabajo, y me desplazaba a casa en metro; no usaba la bici "porque no había carril bici" y no me sentía seguro; además iba con traje y corbata y, por tanto, no podía ir como un loco con la bici.

En el 2001 marché de Barcelona a vivir al Vendrell, y se acabó el sueño de ser ciclista urbano; me desplazaba muy a menudo a Barcelona y pensaba, "si pudiera, dejaría una bici atada a un poste en la estación de Sants, para luego cogerla cuando llegase con el tren", pero no me atrevía a hacerlo por miedo a que desapareciera en dos días. Hasta que hace 4 años me reglaron una plegable para mi cumpleaños, y desde entonces soy ciclista pase lo que pase (primero una boomerang PS6, luego una PS9 (la imitación de la brompton), y desde hace año y medio,una Brompton.

En los últimos tiempos he reflexionado mucho sobre el carril bic; es un problema muy complejo y tiene muchas variables de entrada, de manera que dependiendo del punto de partida, se obtienen conclusiones diametralmente opuestas; he hecho un par de cursos de movilidad en bicicleta (y miro de leer y escuchar todo lo que puedo), y mi opinión se ha ido modelando; no soy como la gente que parte de la premisa que "el carril bici es el opio del pueblo ciclista", pero tampoco comparto la opinión de que los carriles bici son necesarios siempre.

Para mi, el carril bici es la solución cuando no es comaptible la convivencia entre vehiculos a motor y bicicletas, pero creo que lo prioritario es pacificar (en el límite la pretensión sería que desapareciesen los coches, pero esto es utópico a dia de hoy). Dicho esto, se plantean diversos escenarios que se tornan divergentes:

Por un lado, quien no utiliza nunca la bicicleta de forma habitual, considera que si no hay carril bici, no se puede ir por la ciudad porque "es peligroso", y como en muchas de las calles de pueblos y ciudades, no es posible hacer carriles bici, la conclusión "cómoda" es no utilizar la bicicleta.

Loa ayuntamientos quieren llenarse la boca de sostenibilidad, y pintan unas rayas en el suelo y ya anuncian a bombo y platillo que promueven la movilidad sostenible; cuando ese supuesto carril bici lo pintan en una acera, lo que consiguen es enfrentar al ciclista con el peaton (divide y vencerás, porque peaton y ciclista deberían ir juntos en contra de la dictadura del coche).

Los carriles bici en acera son una aberración, a mi entender, por la dificultad de delimitar preferencias de paso o velocidades de circulación de las bicicletas, a parte de que cuando se llega a una intersección, el tema se vuelve insoportable, porque el ciclista se convierte casi en peatón, tiene que hacer giros de 90º en escasa distancia, y pierde "velocidad de crucero", a parte del riesgo inherente de colisión en un coche que no espera la salida rápida de un ciclista.

Los carriles bici segregados de la circulación, con unos obstáculos, o un bordillo a lo largo, (como en la calle Sancho de Ávila de Barcelona, cada vez me gustan menos, dado que si tropiezas con el obstáculo o el bordillo, puedes caer directamente en la calzada, con riesgo de ser arrollado, porque los coches no cuentan que pueden encontrarse con algo. Estos carriles también tienen el inconveniente de las intersecciones, dado quesi se prolonga la separación hasta la misma perpendicular de la calle, obliga a los coches a giros bruscos, incrementándose el riesgo de colisión.

Hay otros aspectos como la poca costumbre de los conductores a "ver" a los ciclistas, de manera que nos hace invisibles, porque no nos esperan, cuando salen de un parking, o giran una calle (no somos un bulto gordo).

Insisto, creo que lo fundamental es la pacificación y, allí donde no es posible, vias segragadas, pero con seguridad, y sin quitarle espacio al peatón. Evidentemente, para ir con niños, o personas inexpertas, es fundamental disponer de pistas o sendas bici, donde puedan aprender a manejarse y ganar soltura, para pasar luego a calles peatonalizadas, calles de 1 solo carril, y luego pasar a "tráfico abierto".